Reflexión


El Barbero

Un homebre fue a una barberia a recortarse el cabello y recortarse la baraba.
Como es costumbre en estos caso entabló una conversación con la persona que le atendía.  Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas. De pronto, tocaron el tema de Dios. el barbero dijo:

- fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted lo dice.
-  Pero, ¿por qué dice usted eso? - pregunta el cliente.
-Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. Oh...dígame, ¿acaso si dios existiera, habría tantos enfermos? ¿habría  niños abando-nados? Si Dios existiera, no había sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas esas cosas.
El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discución. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio.
Recién abandonaba la barbería, vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo; al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero.
-¿Sabe una cosa?Acabo de darme cuanta que los barbero no existen.
-Cómo que no existen?-Pregunta el barbero- Si aquí estoy yo y soy barbero.
-!No¡ -Dijo el cliente-no existen, por que si exitieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.
- Ah, los barberos si existen, lo que pasa es que lesas personas no viene a mi.
-¡Exacto¡ - dijo el cliente -así es con Dios.



PARA RECORDAR
Hace tiempo, un hombre castigó severamente a su hija, una pequeña niña de tres años, por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días, por lo que explotó en furia cuando vio a la niña tratando de envolver una caja vieja de zapatos que ya nadie quería. Con gritos le llamó la atención y la mandó a la cama; la niña, sin embargo, no soltaba su caja dorada.
Al día siguiente, la niña le entregó la caja, como regalo, a su padre y dijo: 'esto es para ti, papito'. Él al principio se sintió avergonzado por su reacción de furia ocurrida la noche anterior; pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía. Le volvió a gritar, pero esta vez diciéndole que cuando uno da una caja de regalo se supone que deb contener algo y no ir vacía. La pequeña lo miró hacia arriba y con lágrimas en los ojos le dijo: 'oh, papito, no está vacía, yo soplé miles de besitos dentro de la caja hasta que la llené para ti, papito'.
Su padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de 'su niña', y, llorando, sin encontrar las palabras adecuadas, trataba de pedirle que lo perdonara sin poder completar una sola frase ...
Días después, la pequeña fue de visita a un parque cercano.
El lago que estaba en el centro del parque no tenía valla de seguridad y la pequeña quiso ver de cerca a los patitos que nadaban ahí ...
Encontraron su cuerpecito flotando a la mitad del lago.
Su padre tardó mucho tiempo en superar aquella grande y trágica pérdida.
Se ha dicho que aquel hombre guarda una vieja caja dorada cerca de su cama y la ha conservado por años, y siempre que se sentía derrumbado, tomaba de la caja uno de los miles de besos que 'su niña' había puesto ahí.
En una forma muy sensible, cada uno de nosotros hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos, ya sea de nuestros padres, hermanos, amigos, familia o de Dios.
Nadie puede tener mayor posesión que esa. No olvides que cada que te sientas desalentado, puedes abrir ese reciíente y recibir las muestras de amor.
Arrodíllate y pídele a Dios que te sea compañía y te de consuelo.
Mira a tu alrededor y verás que el mundo está lleno del Gran Amor de Dios, que se manifiesta a través de todas las cosas.
¡DA AMOR CON MAYOR INTENSIDAD CON QUE LO RECIBES!

Revista Amishadai Año 1 Número 2 Noviembre de 2007